Booklet: Fatas de Barovia, Tomo II
Incluso antes de que los ciudadanos de Barovia llegaran tras los ejércitos de el Señor Oscuro, los Delmoreanos ya habían olvidado en gran medida las formas "salvajes y primitivas" de los pueblos que los precedieron. Solo las tribus guerreras de las montañas del sur, las criaturas que las protegen y el propio Señor Oscuro, aún recuerdan a los templos de Cerunnos.
Algunas canciones e historias de transmisión oral aseguran que el cuerpo físico de La cazadora fue destruído cuando sus seguidores, la gente del bosque, seducida por el Señor Oscuro, lo llevaron a su santuario en un intento de ganarse su favor.
La Cazadora era más temida que cualquiera de las otras damas fatas, lo que contribuyó a la eventual traición de sus seguidores. Arrogante en su creencia de que podía vencerlo, La Cazadora enfrentó al Señor Oscuro de frente, y la sangre derramada durante su batalla alimentó al Árbol Viviente que floreció de su cadáver. En su último aliento, ella maldijo a sus seguidores que habían llevado allí al Señor Oscuro, convirtiéndolos en hombres lobo. Muchos hombres lobo hoy en día todavía reaccionan violentamente a las señales de su adoración y organizan ataques espontáneos contra los druidas locos y los bárbaros de La Colina del Ayer (a pesar de que tampoco adoran a la Cazadora).
La gente del bosque que sobrevivió a la batalla y no se convirtió en hombre lobo huyó. Vivían con miedo al castigo de la Cazadora y le prohibían su adoración. Trataron los lugares de su culto como lugares profanos a los que temer y, a lo largo de los siglos, olvidaron sus tradiciones y los ritos de la Cazadora, adoptando un estilo de vida simple de supervivencia.
Cuidadosa después de la muerte de la Cazadora, la Tejedora fue diplomática en sus relaciones con el Señor Oscuro. De las Tres Damas Fatas, la Tejedora tenía la relación más activa con la gente del pueblo de Barovia. Se interesó mucho por los nuevos inmigrantes “civilizados” del Valle, y les ofreció magia y tecnología para mejorar su calidad de vida, como Conjuros que protegían sus granjas de plagas y enfermedades, piedras mensajeras para permitir la comunicación a través de distancias más largas, tótems que ahuyentan a los espíritus descarriados.
En gran medida el Señor Oscuro no les prestó atención ni a ella ni a sus aquelarres. Sin embargo, todo eso cambió cuando el aquelarre de La Tejedora estuvo involucrado en la muerte de Marina, la humana oriunda de Berez de la que el Señor Oscuro se había enamorado.
En represalia, el Señor Oscuro capturó a las brujas de más alto rango de su aquelarre y las ató a los menhires de piedra en el centro del pueblo. Comenzó a torturarlas a diario, diciéndoles que abandonaran su fe en la Tejedora. Tomó tiempo, pero una por una, cada sacerdotisa sucumbió, condenando a las Damas como falsos dioses. A continuación ordenó a la gente común que evacuara el pueblo antes de inundarlo por completo. Pasó los siguientes dos años persiguiendo La Tejedora hasta que descubrió su escondite en el plano etéreo y eliminó su cuerpo físico.
La Buscadora aparentemente se desvaneció en el aire, y muchos de sus seguidores habían emigrado de Barovia antes de su desaparición en las brumas. Algunos dicen que ella sobrevivió en virtud de su previsión y que sus hermanas ignoraron sus advertencias. Cualquier remanente de su adoración fue pisoteado vigorosamente por el Señor Oscuro, quien profanó sus templos a su imagen y persiguió a los miembros restantes de sus aquelarres y círculos de druidas. Objetos de su culto fueron quemados en grandes piras. Asimismo, el Señor Oscuro se autoproclamó señor de los Druidas y en su mayoría, al considerarlo La Tierra, lo adoran indiscutidamente.
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